Los nubarrones que acechan en el horizonte han asustado —¡y de qué manera!— a la banca tradicional, que lleva más de seis meses replegándose. Algunas entidades han desaparecido por completo del mercado de la financiación de pequeñas y medianas empresas.
Así lo explico en esta columna aparecida en la versión en papel del diario Expansión.
En ella cuento cómo hay quien aprovecha este repliegue de la banca tradicional para pegar un buen mordisco al pastel y arañar un poco más de cuota de mercado. Me refiero a algunas compañías de direct lending —la banca en la sombra— que han visto en este escenario su oportunidad para ganar visibilidad y negocio.
También explico cómo las pymes son las que más van a sufrir con la reducción de la financiación bancaria. A las dificultades que venían padeciendo por la reducción del ritmo de entrada de pedidos y una cierta caída de márgenes, se va a sumar la necesidad de amortizar antes de lo esperado la deuda bancaria a corto plazo. Y ello, en muchos casos, es materialmente imposible.
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