12 de septiembre de 2020 / por Jordi Solé Tuyá

Cada vez es más frecuente que las empresas incluyan en su dirección a un consejero externo. Es decir, a una persona que por su experiencia y capacidad de liderazgo pueda ayudar a mejorar el rendimiento de la compañía.

Sin embargo, todavía hay ocasiones en las que la misma empresa que reclama esa figura porque sabe que necesita un cambio, un empujón, después no sabe cómo hacer para sacarle el mayor partido. Para evitarlo, aquí os dejo unos consejos.

Lo primero: una cuestión de confianza

Si un consejero externo está en tu empresa es porque tú lo has reclamado y porque sabes que lo necesitas. No viene a sustituirte ni a ocupar tu puesto, sino a ayudarte a ti y a tus equipos a mejorar en aquellas áreas donde se sabe o se intuye que puede haber un problema.

Un consejero externo pone a tu disposición su experiencia en casos similares para que tú puedas aprender y tu equipo mejorar. Si lo ves como un “gasto excesivo”, o como un contrincante en la jerarquía empresarial, no sacarás partido de esta figura y, efectivamente, lo que debería ser una inversión se convertirá en un gasto.

Un consejero no es un empleado tuyo

Muchas relaciones entre empresas y consultores externos no son eficientes porque el empresario trata al consejero externo como a un empleado más al que debe decirle en todo momento “qué hay que hacer”.

En este caso la humildad es un factor fundamental. Si has contratado a un consultor es porque tú no sabes qué hay que hacer y, por ello, debes dejarte aconsejar por él. Solo de este modo sacarás beneficio del dinero que le estás pagando.

Dicho de otro modo: en muchas ocasiones y aunque te duela el trabajo de un consejero externo será decirte que lo estás haciendo mal.

El consejero externo debe conocer primero el negocio y a los equipos

El consejero no puede limitarse solo a ver cifras, salvo que le hayas contratado exclusivamente para ese propósito. Debe comprender tu negocio, tu estrategia, tus valores corporativos y ver cómo trabaja día a día tu equipo. Solo así podrá serte de valor.

No se trata de que vaya a aprender en unos pocos días sobre tu negocio más de lo que tú sabes después de décadas de experiencia, se trata de que va a comprender mejor qué tipo de empresa es la que le ha contratado y en dónde se pueden establecer mejoras que él ya habrá puesto en práctica en otros negocios semejantes.

Por su parte, es importante que el consejero externo deje clara su metodología desde el primer instante para que después la otra parte, el cliente, no se lleve sorpresas pensando que ha contratado un tipo de perfil en vez de otro.

Aprende a mirar como mira el consejero externo

Muchas veces, la fricción entre empresa y consejero externo se produce porque este último ve algo que el empresario no está viendo. ¿Por qué? Porque está demasiado absorbido por la rutina de la empresa como para percibir ciertos detalles.

Uno de los valores más importantes que puede aportar un consejero es, precisamente, esa mirada desde el exterior, que precisamente por no estar contaminada por prejuicios ni por vínculos sentimentales, tenderá a ser más objetiva.

Aunque le duela, es posible que el empresario, si aprende a mirar “desde fuera”, vea cosas de su compañía que no le gustan y que antes no había percibido, pudiendo entonces tomar las medidas oportunas para el devenir de la compañía.

En resumen: la piedra fundamental de la relación entre empresa o empresario y consejero externo es la confianza en que se trata de un profesional con una amplia experiencia y un prestigio profesional que no ha llegado para quitar el puesto a nadie ni para señalar a nadie, sino para, a través de su experiencia y de un punto de vista más objetivo, mejorar la organización.

Jordi Solé Tuyá

Consultor de empresas, especializado en financiación, reflotamiento y preparación para la venta.